Personajes de “El vástago de la muerte”

María José Sagasta (Mery)

Detrás de su belleza radiante se esconde una fragilidad que pocos conocen. Mery ha sido siempre una soñadora romántica, buscando en el amor la felicidad absoluta. Su carácter enamoradizo la llevó a idealizar a Miguel, el hombre que prometió amarla eternamente. Sin embargo, la realidad superó sus expectativas cuando descubrió la verdadera naturaleza de su esposo: un seductor empedernido, incapaz de mantener la fidelidad.

Desde niña, Mery había anhelado un hogar lleno de amor y comprensión. Creció escuchando cuentos de hadas, donde el príncipe y la princesa vivían felices para siempre. Esta imagen idealizada del amor la cegó ante las señales de alarma que Miguel le había mostrado desde el principio. Su necesidad de sentirse amada la llevó a ignorar sus intuiciones y a aferrarse a la esperanza de que su matrimonio pudiera salvarse.

Pero la traición es una herida profunda que difícilmente cicatriza. Cuando Mery descubrió la verdad sobre las infidelidades de Miguel, sintió como si el mundo se le viniera encima. Su confianza había sido traicionada de la manera más cruel, y su corazón se había hecho añicos. Durante días, se sumergió en una profunda tristeza, cuestionando todo lo que creía saber sobre el amor y las relaciones.

Guadaña

Era un nombre que resonaba en los bajos fondos, una leyenda envuelta en sombras. Nunca había necesitado un uniforme ni un rango; su arma era él mismo. Guadaña era un mercenario, un ejecutor a sueldo, un hombre al que la muerte le sonreía y él le devolvía la sonrisa.

Decían que había participado en conflictos en las zonas más remotas del planeta, lugares donde la civilización se desvanecía y la ley de la selva imperaba. Pero Guadaña no era un simple soldado. Era un artista de la muerte, un maestro en el arte de desaparecer sin dejar rastro. Un bisturí de precisión, como lo habían llamado alguna vez, capaz de eliminar a su objetivo con una eficiencia aterradora.

Sin embargo, lo que realmente hacía a Guadaña tan temible no era su habilidad con las armas. Era la oscuridad que habitaba en su interior, una oscuridad que se había alimentado de años de violencia y muerte. Sus ojos, normalmente fríos y calculadores, podían encenderse con una rabia descontrolada, como si en su interior habitaran demonios que luchaban por salir.

Se decía que Guadaña había visto cosas que ningún hombre debería ver, que había cometido actos tan atroces que lo habían marcado para siempre. Pero a él no le importaba. La guerra, para él, era un estado de ánimo, una forma de vida. Y él era el guerrero perfecto, un hombre sin miedo, sin remordimientos y sin alma.

En su mente, la muerte era una danza macabra, una obra de arte que él mismo dirigía. Cada misión era un desafío, una oportunidad para perfeccionar su técnica y reafirmar su dominio sobre la vida y la muerte. Y aunque a menudo se mostraba impasible ante la violencia, en el fondo, disfrutaba de la adrenalina que lo acompañaba en cada misión.

Miguel Larraz

El marido de Mery era un hombre daba la sensación de ser un tipo seguro de sí mismo, mas se trataba de un ser profundamente inseguro. Necesitaba constantemente la validación de los demás, y la infidelidad era una forma de reafirmar su masculinidad y su poder. Mery, con su naturaleza sumisa y su capacidad de perdonar, se había convertido en la víctima perfecta de sus engaños.

Con el tiempo, Miguel había dejado de disimular sus infidelidades. Las mujeres eran para él como objetos de colección, algo que poseer y desechar a su antojo. Y aunque sabía que estaba haciendo daño a Mery, no parecía importarle. Su ambición y su deseo de poder eran más fuertes que cualquier sentimiento de culpa.

Raquel Peral

Una mujer hecha a sí misma, con una inteligencia aguda y una ambición desbordante. Tras graduarse con honores en Derecho emprendió su propio camino gracias al apoyo financiero de su madre, fundando Estrada & Peral, un despacho humilde que peleaba por encontrar en caso que la pusiera en la estratosfera. 

Aunque no poseía una belleza convencional, su carisma y su inteligencia compensaban cualquier defecto físico, aunque detrás de su fachada segura y confiada, Raquel ocultaba una profunda inseguridad. 

Era una abogada brillante, pero también una mujer apasionada y comprometida con sus causas. Creía firmemente en la justicia social y estaba dispuesta a luchar por los derechos de los más débiles. Su determinación y su tenacidad la convirtieron en una defensora incansable de sus clientes.

Guillermo Llorente

Un político ambicioso y despiadado, que desde joven había demostrado una habilidad innata para leer a las personas y utilizar sus debilidades en su propio beneficio. Para él, la política no era más que un juego de poder, una partida de ajedrez en la que cada movimiento estaba cuidadosamente calculado y trazado con un único fin, alcanzar la cima del poder.

No le importaban los medios, siempre y cuando el fin justificara los mismos, siendo capaz de cualquier cosa para lograrlo, sin importar a quién dañara en el proceso. Su ambición era tan voraz que consumía todo a su alrededor, convirtiéndolo en un ser frío y calculador.

Comisario Álvarez

El comisario Álvarez era un hombre de principios sólidos y una ética inquebrantable. Su vida giraba en torno a su familia y a su trabajo, dos pilares fundamentales sobre los que había construido su existencia. Su hogar era un refugio donde encontraba la paz y la tranquilidad que necesitaba para enfrentar las dificultades de su profesión.

A pesar de su posición de autoridad, Álvarez era un hombre cercano y accesible, siempre dispuesto a escuchar a sus subordinados. Creía firmemente en el trabajo en equipo y en la importancia de la formación continua. Para él, ser policía no era solo un trabajo, sino una vocación.

Detective Valcárcel

Valcárcel era un enigma envuelto en una capa de misterio. Su pasado estaba lleno de cicatrices y traumas que lo habían convertido en el hombre rudo y rebelde que era. Su vida personal era un caos, marcada por relaciones fallidas y adicciones que luchaba por controlar.

A pesar de su exterior duro y su actitud desafiante, Valcárcel tenía un corazón de oro. Detrás de su fachada de chico malo se escondía un hombre sensible y vulnerable. Su trabajo como detective era una forma de canalizar su ira y sus demonios internos.

Detective Óscar Suárez

Suárez era el yin del yang de Valcárcel. Mientras su compañero era impulsivo y caótico, Suárez era metódico y racional. Su apariencia cuidada y su estilo elegante contrastaron con la imagen descuidada de Valcárcel. Era un hombre de pocas palabras, pero cuando hablaba, sus opiniones eran claras y concisas.

Suárez tenía una gran capacidad para analizar las situaciones y encontrar soluciones creativas. Era un estratega nato y un excelente negociador. Sin embargo, detrás de su fachada fría y calculadora, se escondía un hombre solitario que anhelaba conectar con los demás a un nivel más profundo.

El vástago de la muerte es un libro de asesinatos y conspiraciones

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