Es complicado, o debería serlo, catalogar o encorsetar la figura del asesino, ya que tanto las motivaciones como las personalidades pueden ser tan variopintas que le conviertan en un personaje plano o básico, o en un homicida extremadamente complejo. El abanico es infinito, pero, ¿hay clichés en los asesinos literarios?, ¿se pueden evitar estos clichés o son como un agujero negro al que nos dirigimos irremediablemente? Sin duda que la figura del psicópata que ha sufrido abusos familiares en su niñez es un clásico. En ningún caso quiero decir que los clichés sean irreales o que no haya casos que los cumplan, lo que digo es que el homicida como personaje debe intentar sorprender para que no se convierta en uno más.
El personaje perfecto: Hannibal Lecter, el asesino canibal
De este modo, Thomas Harris consiguió crear un icono con Hannibal Lecter, pues el personaje en sí tenía elementos tan contradictorios en su personalidad, en su manera de proceder, que lo envolvieron de un aura de rara avis del mal (sin obviar, por supuesto, cómo consiguió potenciar todo ello Anthony Hopkins con su actuación). En el homicida serial Hannibal Lecter choca el refinamiento de sus ademanes, su inteligencia y su infinita cultura, con la brutalidad de sus asesinatos. Es un sibarita, un caballero de gustos exquisitos, lo que otorga un plus macabro a sus crímenes. Y se acepta, sabe lo que es, entiende lo que es, lo asume con naturalidad y hace que forme parte de su vida. Disfruta y saborea su condición.
Es tremendamente complicado alcanzar la redondez que obtuvo Thomas Harris con su personaje.
El impulso homicida
Todos los asesinos tienen un impulso que les lleva a matar, unos lo hacen por ciertas circunstancias externas que incitan a tomar la decisión de matar a alguien de una forma consciente o instintiva, y en otros es la psique la que trastorna la mente o la manipula hasta realizar el acto homicida en sí. El asesino puntual es aquel que se ve envuelto en unos acontecimientos que le llevan a liquidar a alguien fruto de la ira o el pánico, el cual, ese mismo pánico, puede obligarle a cometer otros asesinatos para no ser descubierto. El miedo como detonante podría ser uno de esos clichés: un brote de ira, un arrepentimiento sincero, pero no lo suficientemente poderoso como para realizar un acto de contrición que lleve a su conciencia a la paz. Es mayor el miedo a la consecuencia que el arrepentimiento. ¿Es posible dar forma a ese personaje para convertirlo en un villano redondo o esa cobardía es un escollo difícilmente salvable?
Es relativamente sencillo escribir el personaje de un asesino, lo que es complicadísimo es convertirlo en único en su especie.
El gusto por la muerte del sicario
Otro personaje de asesino socorrido es el sicario, al cual, además de sus actos presentes, lo que le convertirá en un gran personaje es su pasado. ¿Cómo ha llegado a convertirse en asesino a sueldo? ¿Es su gusto por la muerte lo que le ha llevado a tomar ese camino o no ha tenido más remedio? ¿Hay arrepentimiento, empatía, sentido de la moral? Con toda seguridad el camino fácil para un escritor sería arrebatar el alma al homicida profesional, no tienes que devanarte los sesos en luchas internas, en cuestiones filosóficas, simplemente es un hijo de puta sin corazón. Pongamos otro ejemplo de la gran pantalla, John Wick, el personaje creado por Derek Kolstad e interpretado por Keanu Reeves. Un tipo que era el diablo, pero que salió de aquel mundo, que encontró el amor y que lo perdió a causa de una enfermedad, para dejarle desconsolado y sólo deseando morar con su pena y su perro (regalo de su mujer fallecida). Un tipo que tiene alma, que le duele la muerte, que conoce la amistad y la paz. Un tipo que a todas luces parece un buen tipo. Ninguna persona que haya visto las películas de la saga cree que el personaje de Keanu Reeves es despiadado, frío, sin capacidad de empatizar con sus víctimas y capaz de dormir en paz por las noches, y, sin embargo, todo el tiempo se deja entrever que esa persona que busca venganza por la muerte de su perro tiempo atrás era el peor de todos, el Hombre del Saco.
En John Wick se trata de un retorno al pasado, pero, si no recuerdo mal, no se habla en ningún momento de cómo llegó a ser quien fue, ni cómo su mujer logró que abandonase ese mundo…, lo que en todo momento se deja claro es que a pesar de ser vengativo es humano, hay moral en él. No es un tipo que mate por placer o que le guste su profesión, quizá lo fue, pero ya no. Todas estas pequeñas contradicciones facilitan la creación de personajes poliédricos que conectan mejor con el público. Se sale del molde, de lo típico.
La importancia del asesino
Tan importante o más que el protagonista principal de la historia. Es la parte más oscura del relato y por norma la personalidad a desentrañar, porque resulta fascinante el maremagnum psicológico que envuelve su figura. Qué lleva a alguien a ser así, qué tornillos faltan, qué ha pasado para que esa persona se convierta en monstruo, si es que en algún momento fue persona. El protagonista, el detective o la víctima, se convierten en secundarios del secundario. El interés se centra en el villano, porque a pesar de que de forma habitual (o eso quiero creer) no nos gusta hacer el mal, nos llama poderosamente la atención. Jeffrey Dahmer, Ted Bundy, Patrick Kearny, Albert Desalvo (el estrangulador de Boston) o Jack el Destripador, son figuras que fascinan, porque el mal absoluto fascina. Aunque nuestra educación, nuestra cultura y nuestra ética nos separen de esa depravación nos llaman poderosamente la atención esas figuras que en su antagonismo son capaces de lo más cruel. Es por tanto una figura vital en cualquier historia de la que forme parte, pues, con toda probabilidad, sus acciones y su persona llevarán el peso de la misma, por muy secundario que sea, por poco que aparezca en el relato, si falla la concepción del personaje del asesino adolecerá su falta de fuerza durante toda la historia.
El caso de Guadaña en El vástago de la muerte
No podía dejar pasar la oportunidad de hablar del asesino de mi novela, pues, visto lo dicho anteriormente y esperando no haberme dejado llevar por esos clichés o esos defectos que pueden lastrar una obra (más si es un thriller como en mi caso), digamos que quise buscar un poco de aquí y de allá y de ese totum revolutum saqué mi personaje, porque es sicario y asesino serial con tintes de asesino ritual. Es hedonista, inteligente, culto, meticuloso, perfeccionista y narcisista… Es un psicópata entrenado al que no le interesa ejercer especialmente de sicario o mercenario, pero es su forma de ganarse la vida, con la que consigue grandes cifras con las que vivir con opulencia y dedicar su tiempo a perpetrar los asesinatos que sí desea, los que llaman a las puertas de su locura. Guadaña, como todos (o la mayoría de) los asesinos en serie busca el reconocimiento, es un ególatra que ve en su modo de asesinar una forma de expresión artística, de hablarle al mundo.
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