Antonio de Hoyos y Vinent, en su novela A Flor de Piel, nos introduce en el amor decadente con la finura que da una prosa que se llena de poesía para configurar las relaciones de los protagonistas, el amor canalla, el adulterio, el amor ciego, el aprovechado, el vil, el que lo arrebata todo, el sincero y el falaz. Pero al igual que toma como protagonista al amor en tantas vertientes lo hace con el desamor, con el iracundo por una traición, con el agonizante por la monotonía o el de muerte lenta por el abandono. Antonio de Hoyos y Viennt se muestra como un virtuoso del tema, tratado además con esas especias que da el decadentismo, con la mezcla social de una aristocracia venida a menos, que busca aguantar su estátus mezclándose con la burguesía o el artisteo más famoso, generándose curiosas relaciones entre unos y otros, entre el aburrimiento y la necesidad.
Y es así como Willy el escultor, Lucerito Soler (de arrebatadora belleza y sensualidad casi prohibida) y la condesa Monreal, se ven envueltos en un triángulo amoroso marcado por el deseo, la traición y la obsesión, explorando el amor desde una perspectiva profundamente marcada por el decadentismo. Es decir, el amor no es retratado como un sentimiento idealizado y puro, sino como una fuerza compleja, ambigua y a menudo destructiva.
Características del Amor en “A Flor de Piel”
- Amor como pasión y sufrimiento: El amor en esta novela es más bien una pasión intensa y desbordante que lleva a los personajes a límites extremos, tanto de felicidad como de sufrimiento. Es una fuerza que consume y transforma, dejando cicatrices profundas en el alma. Así vemos como la belleza, la sensualidad y la pasión se convierten en el ejército que conquistan al canalla hasta hacerle tomar de su propia medicina.
- Amor y decadencia: El amor se entrelaza íntimamente con la decadencia moral y social que caracteriza la novela. Las relaciones amorosas suelen estar marcadas por la infidelidad, la traición y la pérdida, reflejando la fragilidad de los vínculos humanos en un mundo en decadencia. Nos encontraremos en la figura de la condesa Monreal un fiel retrato de todo ello.
- Erotismo y sensualidad: El amor se expresa a través de una fuerte carga erótica y sensual. Los cuerpos y los sentidos se convierten en el campo de batalla de las pasiones, y el placer se busca como una forma de escapar del sufrimiento.
“Mientras hablaba, sus ojos brillaban vertiendo raudales de luz por el rostro, de movilidad extraordinaria, que reflejaba como admirable espejo las rápidas sensaciones que se sucedían en su alma inquieta. Y aquella boca de veintiún años que sabía del misterio de la vida fecundada por la pasión más que otras bocas caducas, tenía una crispación de sensualidad provocadora”.
- Amor y muerte: La muerte está estrechamente vinculada al amor en la novela. La pérdida de un ser amado, la posibilidad de la muerte y el deseo de trascender a través del amor son temas recurrentes.
“Hora tras hora, día tras día, comenzó su batalla con la muerte. Y fue trágica epopeya la de aquella mujer, que quiso hallar en la abnegación el olvido”.
La Muerte en “A Flor de Piel”
¿Por qué la muerte es tan importante en el decadentismo y en “A Flor de Piel”?
Hay una clara fascinación por lo efímero en Antonio de Hoyos y Vinent y en todo el movimiento decadentist. La muerte como valor romántico y estético, enmarcada en muchas ocasiones por fallecimientos de figuras tempranas que dotan de un dramatismo puro a la historia. Madres que pierden a sus hijos, personas que pierden a sus seres más amados, pero todo ello tratado con una gruesa pátina de la engañosa dulzura que Antonio de Hoyos y Vinent dota a su prosa. El final como un recordatorio constante que la vida no es otra cosa que un carpe diem ineludible si quieres a tu existencia llamarla vida.
“Desde entonces la vida corrió más triste aún, más monótona, más anonadadora. Los recuerdos se confundían luego en la bruma incolora de aquel vegetar, y sólo evocaba claramente la frívola tragedia de la muerte materna”.
Se convierte la muerte en el decadentismo, por tanto, en una búsqueda de lo absoluto, como una forma de encontrar luz, una saabidurái de la vida que trasciende la realidad hasta alcanzar un conocimiento que levita sobre lo mundano.
Pero no sólo, como un elemento trascendente y existencialista, también comoforma de rebelíon contra la sociedad, contra las normas y las convenciones que atenazan a los personajes de sus historias, convirtiéndose en un elemento al que también alcanza la belleza y el misterio, para convertirse en uno de los pilares de la literatura decadente.
“Aquella ave de peregrino plumaje, que pasara la vida gorjeando, tenía que morir al ponerse en contacto con el frío de la pobreza y el olvido. Y fue su muerte, dolorosa, una protesta contra la recidumbre de su destino que no la dejara gozar, una suprema rebelión contra la vejez y la fealdad. No pensó al morir en Dios, ni en su marido, ni en su hijo; pensó en que dejaría de ser bella, y dejaría de gozar”.